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Pieza del mes diciembre 2010

  • La pieza
  • Biografía
  • El cuadro
  • Biografía del artista
  • Ficha técnica
    • Vista parcial de la Galería de Retratos

      La Pieza

      Singular, excepcional y única, la Galería de Retratos del Ateneo de Madrid nos hace observar la historia contemporánea a través de la efigies de todos esos hombres ilustres que, a lo largo de los siglos XIX y XX, contribuyeron de forma insigne a la cultura española. Sobrecoge al espectador observar –y a veces sentirse observado– este conjunto compuesto por 188 retratos que además son exponentes de la evolución de la pintura en los últimos dos siglos.

      A lo largo de más de 20 metros y sobre unas pinturas murales realizadas por Arturo Mélida, se sitúan seis retablos que custodian aquellos rostros que todos conocemos y que, como suele decirse, ponen imagen al callejero de la ciudad de Madrid y de otras tantas ciudades españolas. Impasibles y con sus estáticas miradas, estos retratos han contemplado el avance del tiempo y los acontecimientos que éste ha traído consigo, tanto culturales como políticos o sociales. Pero la Galería de Retratos del Ateneo de Madrid no es simplemente un aglutinamiento de efigies, sino un conjunto iconológico superviviente a las modas, a las tendencias políticas e, inclusive, al tiempo. Con casi siglo y medio de vida, algunos achaques y demasiados avatares, ha seguido creciendo y reflejando la vida de una institución, el Ateneo, que alberga un importante trozo de la historia contemporánea de nuestro país. Contemplarla sigue dejando al público con la boca abierta y provoca ese juego de buscar con la mirada entre sus retratos a aquel personaje del que siempre hemos oído hablar, siempre hemos sabido el nombre, pero al que nunca, hasta llegar aquí, pudimos ponerle rostro.

      Actualmente todo el conjunto está siendo sometido a una importante labor de conservación: pinturas murales, retratos y carpinterías están siendo restauradas en diferentes fases con la finalidad que el conjunto no sólo vuelva a lucir en todo su esplendor, sino que recobre su concepción original de 1884.

      Biografía

      La noche del 31 de diciembre de 1868, cuando la antigua sede del Ateneo de Madrid se ubicaba en la bulliciosa calle de la Montera, don Gregorio Gómez Molinero –por entonces secretario primero de la docta casa– leyó ante la Junta General de Socios su memoria anual, cuya idea central versaba sobre el brillante renacimiento del arte pictórico español, discurso que avalaba y reconocía el nacimiento de una nueva generación de artistas que marcarían las pautas en la pintura decimonónica española. Las relaciones que aquellos pintores tenían con el Ateneo –conferencias, tertulias y posiblemente exposiciones– sirvieron para emprender el ambicioso proyecto de crear la Galería de Retratos, donde los más hábiles pinceles pondrían rostro, en primer lugar, a los que fueron presidentes de la institución. Estos artistas, que accedieron gustosamente a la propuesta de Gómez Molinero, comenzaron sus obras con entusiasmo y de forma totalmente altruista, a pesar de las insistencias de la Junta de Gobierno por remunerar el trabajo, con el fin de prestar una protección económica indirecta a sus autores. El Ateneo, en agradecimiento a los mismos, no dudó en convertir a estos pintores en socios de la institución, para lo cual convocó una junta extraordinaria con el fin de hacer constar en acta los nombres de estos artífices hacia los que no se escatimaron laudas.

      En la Junta General realizada el 3 de marzo de 1869 se dio a conocer el primer óleo con la efigie del general Castaños, primer presidente del Ateneo, cuya ejecución corrió a cargo de Dióscoro Teófilo Puebla Tolín. A este retrato pronto se sumaron once lienzos más que representaban a personajes como el duque de Rivas, Francisco Martínez de la Rosa o Mariano Roca Togores. El único presidente sin retrato era Salustiano de Olózaga, por lo que se encargó el cuadro al pintor Antonio Gisbert, quien, aparentemente, no pudo cumplir con el encargo por el traslado de su domicilio al extranjero. A pesar de ello, Gisbert concluyó el retrato, si bien éste no fue a parar a la Galería del Ateneo, sino a la del Congreso de los Diputados. Ceferino Araujo se encargó de realizar el que actualmente posee la casa.

      Al singular proyecto de realizar esta Galería de Retratos pronto se unieron otros pintores que pusieron sus pinceles y paletas a disposición del Ateneo. Por entonces muchas de ellos se habían convertido en socios de la institución y sus obras venían con constituir una iconología de los personajes con más actividad en la vida política y cultural del siglo XIX. Tras los presidentes, vinieron los retratos de otros notables ateneístas, los llamados socios de mérito. Así, en marzo de 1874 un total de veinticuatro lienzos colgaban de las paredes de ese viejo Ateneo de la calle Montera, mientras que otros doce retratos estaban en proceso de elaboración por artistas tan relevantes como Eduardo Rosales, Rafael Monleón, Federico de Madrazo o José Casado del Alisal. Uno de los proyectos artísticos más singulares crecía con rapidez y aglutinaba en su realización a los mejores pintores del momento, mientras que en los corrillos artísticos se mencionaba como ejemplo del resurgir de un género pictórico y como impulso al arte español. La prensa de la época se hizo eco y proclamó:

      Nos hallamos en el comienzo de una nueva era. Ya el Ateneo científico y literario, con su colección de notabilidades contemporáneas, ha abierto un sendero que puede llevar á grandes beneficios. Aquella serie demuestra que se empieza á cultivar este género pictórico, aunque no con su propio sentido.

      Sin lugar a dudas, esto contribuyó a configurar una nueva visión de las artes que el Ateneo bien supo encauzar con la creación de su propia Sección de Artes Plásticas, con Joaquín Sorolla a la cabeza.

      Con la inauguración de la nueva sede del Ateneo, en enero de 1884, la Galería de Retratos cobró un importante protagonismo. Luis Landecho y Enrique Fort –arquitectos del edificio– junto con el pintor Arturo Mélida, tuvieron muy presente dónde emplazar estos lienzos. El Salón de Actos acogió la imagen de aquellos hombres que cimentaron e impulsaron la institución –sus dieciocho primeros presidentes– flanqueando la Cátedra, mientras que para el resto se habilitó un espacio en donde exhibirlos: un novedoso sistema basado en los retablos españoles que, guarnecido por unas pinturas murales de temática vegetal, iba a convertirse en una de las principales señas de identidad del nuevo Ateneo. Es en este momento cuando la Galería de Retratos queda dotada de un carácter unitario. En 1891, setenta retratos se ubicaban en esta maquinaria de celdas, mientras que los encargos seguían realizándose hasta superar los cien lienzos en 1914.

      Superviviente de la Guerra Civil y de los conflictos que afectaron a la docta casa –dictadura de Primo de Rivera, intervención de Falange y expolio de bienes– ha seguido creciendo imparable hasta nuestros días y, a pesar de los achaques de la edad, no ha dejado de adaptarse y mostrar nuevas tendencias y corrientes artísticas que, con orgullo, aúnan el pasado y el presente en ciento ochenta y ocho obras que ponen rostro a las más insignes firmas de la cultura española.

      En la realización de la Galería de retratos del Ateneo de Madrid han intervenido más de 150 pintores, cuyas biografías se extienden durante los últimos tres siglos. No sólo han dejado huella los pinceles de artistas españoles –Sorolla, Fortyuny, Casado del Alisal, Madrazo, etc.– sino también autores extranjeros como Wilfredo Lam, Ferdinand Rouzé u Oswaldo Guayasamín, así como algunos anónimos pertenecientes al siglo XIX y XX.

      Es por tanto una obra multidisciplinar, un proyecto vivo que aúna pasado y presente y que, sin lugar a dudas, mostrará las tendencias artísticas de futuro.

      Autor: Arturo Mélida y Alinari (Madrid, 1849-1902).

      Cronología: 1883.

      Técnica:

      Pinturas murales: óleo sobre muro y aplicaciones de pan de oro. Pequeñas zonas con decoración en base a temple sobre papel.

      Carpinterías: madera de conífera tintada y patinada al agua. Aplicaciones de pan de oro.

      Retratos: óleo sobre lienzo/tabla.

      El conjunto aglutina seis estructuras, a modo de retablos, recibidas a los muros y con un total de 104 huecos.

      Firmas o inscripciones: no.

      Bibliografía: VV.AA.: Galería de Retratos. Ed. Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid. Madrid, 2004.

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