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El Madrid castizo. Un paseo por ese Madrid de manolas, majos, pichis y barquilleros

Venta de entradas público general: 18€ (aquí), o el mismo día del evento en la Consejería del Ateneo desde las 17:00h.
Venta  de entradas Socios del Ateneo: 12€ en la Conserjería del Ateneo el mismo día del evento desde las 17:00h. Reserva anticipada para ateneístas en este mail

mayo 19 @ 12:30 pm

Ciclo de conciertos Manuel de Falla. Teresa García Villuendas, soprano; y Duncan Gifford, piano. Colaboración especial: David López, chulapo; Carmen Cachadiña, chulapa; Lucía Leiva, cantaora; y Pepe Núñez, guitarra. Cátedra Mayor. 12:30h. Programa.

EL MADRID CASTIZO

Madrid y su gente han sido, en numerosas ocasiones, motivo de inspiración en diversas manifestaciones culturales: pinturas de Goya o Velázquez, tonadillas escénicas, sainetes de D. Ramón de la Cruz, quintetos de L. Boccherini, novelas de Benito Pérez Galdós o Zarzuelas de diversos compositores, entre otros, tienen en Madrid un indudable punto de partida. 

Los orígenes de la zarzuela se remontan a la segunda mitad siglo XVII -el compositor Juan Hidalgo y el escritor Calderón de la Barca, madrileños ambos, son dos más que interesantes representantes de esa época-. El teatro lírico español siempre tuvo mucha influencia italiana, sin embargo, en la segunda mitad del siglo XVIII, sin perder dicha influencia, comienza a coger mucho peso lo popular, destacando la figura de D. Ramón de la Cruz. Es en el siglo XIX cuando la zarzuela se convierte en un género donde predomina el costumbrismo español. A mitad de este siglo se produce un estallido de popularidad que llega prácticamente hasta nuestra Guerra Civil (1936), salvo excepciones. Equivalente a la Opéra-Comique francesa o al Singspiel alemán, se suele distinguir entre Zarzuela Grande -con 2 o 3 actos y toda cantada- y el Género Chico, con no más de un acto y partes habladas. Algo que identificaba a este último género era el querer reflejar el sentir popular principalmente del pueblo madrileño. Teatros como el Apolo, el Eslava o la Zarzuela acogían estas obras destinadas a todo tipo de público.

Paralelamente en Madrid, quizá por influencia francesa, algunas tonadillas del siglo XVIII evolucionan en los cuplés, adquiriendo éstos un tono pícaro y calificados como sicalípticos (pornográficos de acuerdo a las costumbres y moral de la época). Raquel Meller, La Bella Dorita, La Chelito o la misma Pastora Imperio, se encuentran entre estas cupletistas madrileñas o afincadas en Madrid. 

Pero si hay una música que se relaciona e identifica con esta ciudad es el Chotis. Procedente al parecer de unas danzas escocesas, popularizadas en Francia y posteriormente en Alemania, llegan a Madrid en 1850, y es en la corte de Isabel II donde este baile disfrazado de Polka se establece y adquiere enorme popularidad con el tiempo. Muchos años después figuras como la gran Olga Ramos, se encargaron de mantener vivos tanto Cuplés como Chotis para el beneficio de esta ciudad. 

La soprano Teresa García Villuendas, dotada de una magnífica vis cómica, acompañada por el pianista Duncan Gifford, y la colaboración especial de la pareja de chulapos David López y Carmen Cachadiña, la cantaora Lucía Leiva y la guitarra de Pepe Núñez, será la protagonista de este recital dedicado a ese Madrid castizo de manolas, majos, pichis y barquilleros, quizá ya desaparecido.